La realidad es tozuda. Nos encontramos en numerosas ocasiones con
organizaciones públicas que tienen una estructura de comunicación anquilosada y
no apta para los nuevos tiempos que se avecinan, esto es, unos tiempos donde se
demanda una gestión más transparente con ciudadanos más activos en la toma de
decisiones.
Las reestructuraciones en todos los
sectores están a la orden del día y lo público no es un convidado de piedra.
Todo lo contrario. Ya no sólo tenemos que hablar de la orientación de la imagen
de los servicios públicos entre los ciudadanos, sino que además estamos
observando cómo esos servicios son modificados en sus estructuras y en sus
modelos de gestión. El ámbito académico universitario no es una excepción.
Por ello, si estamos en un periodo
profundo de cambio necesitamos profesionales y directivos preparados para el
cambio. De nada nos va a servir modificar la estructura y el modelo de gestión
si las personas integrantes de los equipos de trabajo siguen operando desde
otra mentalidad totalmente distinta.
El cambio organizativo se genera en
equipo. Y hay que saber trabajar la necesidad del cambio a través de la
búsqueda de motivaciones, emociones y de un plan estratégico de transformación
de las organizaciones educativas. Un equipo de trabajo que sepa integrar los
nuevos postulados organizativos en los contextos de la institución, en los
hábitos adquiridos y teniendo muy en cuenta los perfiles del cuerpo de
trabajadores.
El cambio siempre produce dudas, miedos y
cierta actitud reactiva por parte de los públicos implicados. Para aminorar el
impacto es necesaria una política activa de información clara, directa y al
grano.
Somos proclives a rechazar los cambios de
comportamiento que se nos plantean, a abandonar nuestra zona de confort. Por
tanto, el equipo de gestión del cambio deberá saber prever los posibles
conflictos y ofrecer soluciones creativas que ayuden a generar emociones
positivas a las expectativas de cambio. Los nuevos escenarios 2.0 deben ser un
referente continuo de soluciones y de buen hacer. El gobierno abierto, el
conocimiento abierto y la formación abierta están al servicio del cambio que
debe producirse en las organizaciones públicas de cualquier país.
Cuando me refiero a cambios en los
departamentos de comunicación de organizaciones públicas, por ejemplo
universidades públicas, estoy aludiendo a nuevos escenarios de gestión de relaciones
estratégicas, escenarios proactivos como:
- Búsqueda de notoriedad
e información. Preparar el
terreno para que otras comunicaciones tengan mayor efectividad.
- Motivación
organizacional. Ayudar a
construir moral, trabajo en equipo; trabajo hacia un claro objetivo organizacional
acorde con la cultura corporativa de la institución.
- Anticipación de
los asuntos/temas. Ayudar a dar
la alarma sobre asuntos y temas, cambios socio-políticos y desacuerdos de
los públicos estratégicos con los que interactúan las organizaciones.
- Oportunidad de
identificación. Descubrir
nuevos servicios, productos, métodos, aliados y asuntos positivos.
- Gestión de
crisis. Proteger las posiciones
de las organizaciones, reteniendo a los aliados y a los públicos
estratégicos y haciendo que las instituciones sigan su ritmo normal a
pesar de las batallas que se puedan establecer.
- Vencer el
aislamiento directivo. Ayudar a
tomar decisiones inteligentes, realistas
y competitivas en el tiempo, ayudar a explicarlas.
- Ser agente de
cambio continuo. Suavizar la
resistencia al cambio, proporciona suaves transiciones y códigos
apropiados con los públicos estratégicos.
- Fundamentarse en
la gestión de la responsabilidad social. Crear reputación, posibilitar el éxito económico a través de la
confianza y el atractivo de los seguidores y ciudadanos.
- Generar una política de actividades públicas. Facilitar el consentimiento público a actividades, productos, procedimientos y trabajar para la eliminación de barreras políticas.
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